domingo, 11 de septiembre de 2011
Margarita
-Tiene la cabeza rubia y usa cintas blancas como una chica que yo conozco... –
me dijo Erwin al regalarme esta flor. La había cortado un ratito antes de llegar a clase.
aún temblaban sobre sus pétalos las gotas de rocío.
La sacudí porque me parecieron lágrimas y no quiero que mis flores estén tristes.
La puse en el vaso de mi mesa de luz. Me alegró el cuarto durante todo el fin de
semana.
Hojas de roble
Erwin las recolectó para mí durante la mañana del domingo pasado, cuando fue
al bosque con Peter y Fritz a buscar leña para el maestro.
Me dijo que lo hicieron porque el maestro tiene lumbago... (A mí me parece que
esperan que así les suba las notas de matemáticas. ¡Ja!)
Amapola
¡Hola, hola, hola,
señora amapola!
Aquí ya no estará sola.
Dos amigos tiene ahora.
Adivine, mi señora.
¿Adivina?
¡Adivinó!
Somos –en rima-
Erwin y yo.
Ramita del árbol de Navidad de Erwin
Junto con una pulsera hecha por él con agujas de pino, Erwin me trajo ayer esta
ramita. La adorné con estrellas recortadas del papel de los regalos. Es como si pudiera
guardarme para siempre un retacito de la hermosa Navidad que pasamos.
Tulipán
¡Talán, talán, talán!
Ya tengo un tulipán.
Mi amiga asegura
Que roza el oído;
Campanita roja,
Tu dulce tañido.
¡Talán, talán, talán!
Ya tengo un tulipán.
Hoja no identificada
Por más que buscamos en el manual de botánica de la escuela, no pudimos
averiguar a qué árbol pertenece esta hoja. Erwin la encontró en la vereda de su casa. Debe de haberse volado de algún jardín vecino. Ya investigaré por mi cuenta. Erwin
quiso preguntarle al maestro pero me opuse: ¿qué clase de experta en plantas sería yo
entonces?
Entretanto, la llamo “la misteriosa”.
Rosa
Esta rosa de pétalos marchitos...
Esta rosa flotaba en un charquito...
Mi buen Erwin la salvó
del olvido.
Que nos una a él y yo,
Hoy le pido.
Helecho
Una arañita se paseaba lo más campante.
-Esta inquilina también es tuya –me dijo Erwin-. Vas a tener que buscarle otra
casa antes de guardar el helecho en tu cuaderno.
Pues sí, señores, la arañita vive ahora en una de mis macetas. Y sigue
paseándose lo más campante. Ni se dio cuenta de la mudanza.
Tréboles
Son de tres. La cuarta hojita que tiene cada uno se las agregué yo con mis
acuarelas. El pobre Erwin no quedó demasiado conforme cuando le mostré mi trabajo.
Sé que le hubiera encantado regalarme tréboles de cuatro hojas.
-¿No podías haber esperado? ¿Te creer que no los voy a encontrar? –me
preguntó.
-Mientras espero, me los invento –le contesté
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